viernes, 19 de febrero de 2010

“El chamamé sigue vivo como siempre”


Figura fundamental de la música litoraleña, el músico fue parte de la Fiesta Nacional del Chamamé, que culminó en Corrientes, y volvió para seguir presentando su veneradísimo disco, El árbol y el colibrí. Como sucederá esta noche, en La Trastienda.

No hubo balance de música popular de 2009 que no lo incluyera. Y aunque ya tuvo presentación el año pasado en el mismo sitio, El árbol y el colibrí, el estupendo álbum de Raúl Barboza, desde la semana pasada ha vuelto a mostrarse en un concierto. Y otra vez en el escenario de La Trastienda.

La cosa seguirá hoy con una segunda función, desde las 21. El gran acordeonista bonaerense volverá a visitar un disco surcado por los colores de la tierra y el ancho del río, y rodeado por los cálidos brazos de algunos clásicos del chamamé, con el acompañamiento de Roy Valenzuela en contrabajo, y Nardo González junto a Lucio Yanel en guitarras.

Desde Corrientes, donde el miércoles fue parte fundamental de la primera jornada de la Fiesta Nacional del Chamamé, un Barboza aplomado se dispone a contar cómo son los conciertos que lo trajeron nuevamente a la Argentina, y el reverenciado álbum que les sirve de excusa.

“El árbol y el colibrí es una idea filosófica y humana”, arranca el músico; y continúa: “Todos sabemos lo que no sabíamos hace unos años: la destrucción de los montes, el envenenamiento del agua, la muerte de nuestros hermanos indios. Hoy, al hombre de la ciudad le llegaron ese envenenamiento, las inundaciones en las grandes ciudades.

En el disco plasmo la idea de que el árbol del que yo hablo se quedó solo luego de haber visto cómo todos los de su especie desaparecían, y que cuando pasó por allí un colibrí –que para el guaraní es un puente entre el mundo visible y el invisible– le pidió que por favor le saque una semillita, se vaya al fondo del monte, le pida permiso a la madre tierra para depositarla en su seno para que un día aparezca un árbol que será la continuación de él”.

–¿Y cómo se puede trasladar el concepto del álbum al vivo?

–Yo trato en lo posible de no centrar todo el concierto en el álbum o en la figura árbol-colibrí. El concepto es el amor. Mis conciertos simplemente están hablando al espíritu de la gente con la mejor actitud posible, para que aquellos que tuvieron la gentileza de venir se vayan con el corazón lleno de música y lleno de paz, que es lo que yo quiero. No hay otra cosa. Por eso siempre, como en los discos, suenan también los clásicos del género. Herencia de mi padre, que me enseñó mucho de lo que sé. Hacerlos no es mirar para atrás, sino apoyar la espalda en algo seguro, para después poder tomar impulso hacia adelante.

–¿Con mucho ensayo detrás?

–Para algunas cosas sí, y para otras no. ¿Por qué? No por desidia, sino porque siempre apelo a la espontaneidad del músico que es capaz de trabajar de esa manera. Seguramente con Lucio tocaremos dos piezas solos, como hace 40 años, para mostrar que hay una continuación espiritual de lo que vivimos en nuestra juventud.

Figura de la música litoraleña, Barboza lleva más de seis décadas aportando a una música tradicional que “está tan viva como siempre”. Su llegada a Francia llevó el chamamé de los calurosos patios del noroeste argentino a los teatros más distinguidos del Viejo Mundo. “Es que no es sólo de la Argentina, también incluye a Paraguay y al sur de Brasil. Nos unen los ríos, el patrimonio del agua. Todo eso es el chamamé”.

En recuerdo de Horacio Castillo

En un 2009 terrible para el folklore (fallecieron, entre otros, Mercedes Sosa, Suma Paz, Eduardo Lagos y Sixto Palavecino), a Raúl Barboza le tocó sufrir muy de cerca una de esas desgracias: la muerte del guitarrista Horacio Castillo, un músico prometedor e integrante de su grupo, que perdió la vida en un accidente de tránsito con sólo 35 años.

“Todavía tengo una fotografía de él pegada a mi acordeón –dice Barboza–. Pesa mucho su muerte porque vino dos veces conmigo a Europa. Lo conocí a sus 24 años y estuvimos diez de esos años compartiendo viajes, comidas, hoteles, escenarios, buses. No es fácil: puedo reírme, pero sé que no está mas, que lo dejé a las siete de la tarde de un día, y al otro lo estaba acompañando al cementerio. Y eso me duele mucho”.

criticadigital.com

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