viernes, 5 de marzo de 2010
“La TV es una patota que entra de prepo a millones de hogares”
El conductor señala que, en su relación con la tele, abrió tantas puertas que no se pudo afianzar, todavía, en ninguna. Situación que tratará de cambiar con Vértigo, el ciclo que acaba de estrenar en Telefe. ¿Su receta?, tratar de vincularse con la gente desde el sentido común. Por Emanuel Respighi.
Matías Martin posee el extraño encanto de vincularse con lo que ocurre a su alrededor desde el sentido común. En su manera de ser en los medios, sea como conductor desde hace más de nueve años de Basta de todo en radio Metro (lunes a viernes a las 14 por FM 95.1), o como presentador en el flamante Vértigo en Telefe (martes a las 23.15), el periodista se esfuerza siempre por abordar la realidad –desde sus aspectos más cotidianos hasta aquellos menos ordinarios– sin la pretensión de los intelectuales ni la necesidad de acomodarse detrás del púlpito del que nunca parecen querer bajarse los supuestos periodistas “serios”. “Siempre trato de transmitir lo que me pasa a mí con lo que veo o con lo que sucede”, dice en la entrevista con Página/12. Probablemente sea esa honestidad intelectual con la que transita los medios la que lo llevó a ser considerado como un referente de las generaciones sub-40. “En estos tiempos el respeto y la buena leche son valorados”, sostiene el rubio que para cualquier madre pelearía el primer lugar en la lista de novios ideales para la nena.
Sin prejuicios ni el vicio de querer bajar línea sobre cualquier tema, el periodista deportivo dice estar sorprendido porque acaba de debutar en Vértigo, un periodístico cool y moderno desde los contenidos y la estética, más cercano a Kaos en la ciudad que a La liga, donde en 2008 formó parte del staff. La sorpresa, dice, pasa porque pocas veces formó parte de un programa cuyo contenido le gusta absolutamente. “Casi nunca –destaca el conductor– me pasó de identificarme con los ciclos que hice. Pero es la tónica de la tele: la mayoría de los que hacen programas no están orgullosos con el contenido de sus ciclos. Hacer en tele algo que me guste es más difícil que en cualquier otro medio. Ardetroya o Teikirisi fueron programas que estaban más cerca de lo que a mí me gusta. Pero ya me rendí y entendí que no es posible hacer ciclos televisivos con los que el conductor se identifique plenamente. Son programas de tele, son trabajos. Que un proyecto combine algo que uno tenga ganas de hacer con lo que la gente tenga ganas de ver es casi milagroso.”
–¿Y cree que Vértigo se acerca a ese ideal?
–A mí me atrae mucho hacer entrevistas. Entrevistar, sea en radio o TV, es lo que más me gusta. Y cuando las entrevistas las hacés con tiempo, sin un fin promocional, se tiene más chances de llegar al corazón del entrevistado, a que te cuente aquello que no suele confesar. Ya sea algo profundo, interesante o que muestre un costado menos visible al público. Vértigo me da la chance de hacer entrevistas largas. Siempre fui amigo de la charla y la radio te da un ejercicio único.
–Acaba de comenzar la décima temporada con Basta.... Sin embargo, en la TV no pudo mantenerse más de un año con un proyecto.
–Es verdad. Ese es un tema que lo he abordado, incluso, cuando tenía la productora (Fatto in casa). Por ahí alguna figura de la tele tiene su nave insignia, un programa que lo representa. Creo que en la tele yo abrí tantas puertas que no me pude afianzar en ninguna. En esa búsqueda de demostrarme que puedo hacer de todo nunca terminé de poner el pie firme en algo. Creía que mi distinción como conductor o periodista era que podía hacer cosas distintas.
–Pareciera que en la tele se da más libertad que en la radio a la hora de elegir hacer o no un proyecto.
–Soy de los que piensan más en el “me gusta o no me gusta” que en planificar a largo plazo. La tele es la antítesis del largo plazo. En la radio te va mal y durás un año. En la televisión el programa no mide y durás un bloque. La tele es violenta: como una patota que entra de prepo a millones de hogares e impone cosas.
–La percepción es que con la radio posee un vínculo afectivo, además del profesional, mientras que con la TV la relación es mucho más fría.
–La verdad es que tengo una relación con la tele que es medio esquizofrénica, como la misma tele. La radio es como mi casa y la tele es mi trabajo. Me hice conocido gracias a la televisión, pero la gente pudo saber quién soy gracias a la radio. La gente que me reconoce de la tele no me conoce. Es un trabajo, que me gusta hacer, pero que no me da el placer de Basta de todo. Con los intereses y presiones que hay en la televisión, es difícil hablar de “boludeces”, de que tuviste que esperar en tu casa tres horas al plomero.
–La clave, justamente, es que esas cosas les pasan también a los oyentes.
–Estás hablando de nada y a la vez hacés referencia a aquello que le pasa al que te escucha. El poder de la tele es impresionante, a la vez que extraño. El que te conoce de la televisión no te está saludando a vos: saluda al que sale de la pantalla. Muchas veces me pidieron que firmara un autógrafo y después me preguntaban cómo me llamaba. No saben quién sos. Sos “famoso”. Esa cultura del famoso, propia de este país, hace muy mal y tiene un significado vacío. “Famoso” es simplemente un adjetivo: puede serlo un cirujano, tanto como un chorro. “Famoso” per se no quiere decir nada. Sin embargo, en Argentina ser “famoso” parecería querer decir algo.
Los medios y la política
Hombre de la radio y la TV, Martin da su opinión de la nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisuales. “En el punto de partida –señala– fui defensor de la ley, porque va a democratizar los medios y terminar con la concentración. Hoy, no sé dónde estoy parado. Me decepcionó un poco. Creo que hubo una gran puesta en escena y un gran deseo de ir directo contra el Grupo Clarín. Hubo mucho ruido y todavía no pasó nada.” Al preguntarle acerca de los motivos por los que cree que la ley provocó tanto debate político-mediático, el periodista no duda. “Lo que ocurrió demuestra el poder que tienen los medios. ¿Quién va a ganar la pelea entre un gobierno y el multimedios más poderoso del país? El Gobierno se va, el multimedios está hace cuarenta años y va a estar otros tantos más”, concluye.
–¿Cree que el debate político-mediático actual fue en vano?
–Lo interesante de la discusión es que sirvió para que mucha gente abriera los ojos y que se diera cuenta de que una empresa defiende sus intereses a través de sus medios. Hoy nadie duda de que los medios de comunicación son empresas con intereses en distintos ámbitos. No sé si el panorama de los medios va a cambiar, pero creo que la relación de la sociedad con los medios ya no será la misma.
–Tampoco con algunos periodistas.
–Me indignó la constante utilización de las banderas de “la libertad de expresión y del periodismo independiente” que muchos colegas levantaron para acomodarse a línea editorial de las empresas en las que trabajan. Detrás de esas dos máscaras se defienden los negocios de una empresa. Se cayeron algunas máscaras de gente que uno creía que eran periodistas serios. Hay una guerra declarada entre el Gobierno y el Grupo Clarín. No hay eufemismos. Cualquiera de las dos partes va a pisar al otro si puede. Todos los días el diario Clarín trata de voltear al Gobierno, y todos los días algún integrante del gobierno aprovecha para pegarle al Grupo.
–¿El público tiene posibilidades de utilizar algún mecanismo de defensa ante este estado de cosas?
–Hoy me parece que cada persona, en vez de elegir medios, debe elegir periodistas. Hay que fijarse qué periodistas parecen confiable y prestarles atención. En un medio yo busco coherencia. Me parece que La Nación y Página/12 son coherentes. Ideológicamente son opuestos. Los medios camaleónicos no me interesan. Y si encuentro periodistas en el camino que me interesan los sigo. Hay periodistas independientes, pero no medios independientes. Hay que luchar para instalar esa mirada.
–¿Y usted qué opina del gobierno nacional?
–Es el medio para resolver la vida social. Este gobierno a mí me genera muchas contradicciones, porque me parece que hizo cosas bien y tiene muchas cosas negativas. Ahora, la oposición no me genera ninguna contradicción: tengo la certeza de que no encuentro una figura respetable. Es políticamente incorrecto hacer una mueca a favor del Gobierno. La clase media está repudiando salvajemente a los Kirchner. Creo que lo que la oposición y la gente tienen que hacer es dejar gobernar, tanto a Cristina como a Mauricio. Que se manden las cagadas que se manden y que después el voto popular decida. No hay que abortarles las ideas o los proyectos por prejuicio o por ser simplemente opositor. No me gusta la oposición que lo único que hace es atarles las manos a los que fueron elegidos por el voto de la gente.
pagina12.com.ar
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